Desafíos del nuevo Papa en la era de la IA
Reflexiones tecnológicas

El Vaticano se asoma a un cónclave que elegirá al Papa de la era post-Francisco, un pontífice obligado a navegar el covid, una avalancha de fenómenos informativos, el crecimiento exponencial de extremismo y algoritmos, entre otros. Uno de los desafíos más urgentes será fijar los rieles éticos de la inteligencia artificial: en Laudato Si’ Francisco alertó sobre una humanidad «desnuda y expuesta frente a su propio poder»; hoy los católicos esperan de Roma un código moral que impida que la lógica de los datos suprima la dignidad humana.
La avalancha de desinformación devora la confianza pública. Las «cámaras de eco» que describió el pontífice en Fratelli Tutti fracturan comunidades y reducen el diálogo a likes y linchamientos virtuales. El nuevo Papa deberá plantar una cultura del encuentro también en línea, presionando a las plataformas para que asuman responsabilidad sobre la toxicidad que distribuyen. Cómo se puede influir en reducir el impacto de las campañas de odio a migrantes, sin afectar la libertad de expresión.
La brecha digital y carencia de alfabetización tecnológica amenaza con convertir la exclusión digital en nuevo pecado estructural. La promoción y facilitación de pecados capitales, haciendo que la plena conciencia sea cada vez más borrosa. Frente a un norte global que domina a través de algoritmos y un sur que todavía busca señal, la Santa Sede debe proclamar que el acceso a internet forme parte del derecho al desarrollo integral.
Vale la pena rescatar la discusión de cómo la automatización redefine el trabajo. Juan Pablo II advirtió en Laborem Exercens que las máquinas podían «suplantar» al obrero; ahora la IA pone en riesgo hasta profesiones prestigiosas. El nuevo pontífice tiene la oportunidad de liderar la conversación sobre una transición justa: recualificación masiva, protección de los descartados y una economía donde la persona valga más que el rendimiento trimestral.
El cónclave, pues, no elegirá solo a un guardián de la tradición, sino a un arquitecto moral para el siglo del algoritmo. Si el sucesor de Francisco acierta, la Iglesia demostrará que la fe y el futuro aún pueden ser parte de un mismo esfuerzo para una sociedad más justa. Una sociedad donde la viralidad no sustituya el conocimiento y la verdad.
Enlace al Diario de Centro América: https://dca.gob.gt/noticias-guatemala-diario-centro-america/desafios-del-nuevo-papa-en-la-era-de-la-ia/
Como algo extra (y usando IA) hice una extensión de cinco desafíos (uno más que los mencionados en la columna).
Los desafios del nuevo papa:
Desafío 1: Ética de la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías. El vertiginoso avance de la inteligencia artificial (IA) y la automatización plantea dilemas éticos sin precedentes. El próximo Papa enfrentará la tarea de orientar moralmente el uso de estas tecnologías, asegurando que respeten la dignidad humana y el bien común. En Laudato Si’, el papa Francisco ya advertía que la humanidad se encuentra “desnuda y expuesta frente a su propio poder”, al que “le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad” para controlarlo adecuadamente. Como líder moral global, el Vaticano deberá impulsar marcos regulatorios internacionales y una “algor-ética” inspirada en valores humanistas, colaborando con científicos y gobernantes para que el desarrollo tecnológico esté al servicio de la persona y no al revés.
Desafío 2: Desinformación digital y polarización social. La proliferación de noticias falsas, teorías conspirativas y discursos de odio en internet erosiona la confianza pública y la cohesión social. El papa Francisco ha denunciado cómo incluso creyentes pueden “formar parte de redes de violencia verbal a través de internet… donde parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena”. Las “cámaras de eco” en redes sociales aíslan a las personas en burbujas de opinión, dificultando el diálogo y el encuentro entre distintas perspectivas. Frente a esta fragmentación, el nuevo Papa deberá promover una cultura del encuentro también en el mundo digital – alentando el diálogo respetuoso, la educación para un pensamiento crítico en las redes, y exhortando a las grandes plataformas tecnológicas a asumir responsabilidad en la moderación de contenidos nocivos – para reconstruir puentes de verdad y solidaridad en la era de la información.
Desafío 3: Brecha digital y desigualdad tecnológica. Los beneficios de la revolución tecnológica no se reparten equitativamente, ampliando la brecha entre ricos y pobres. Mientras las economías desarrolladas disfrutan de conectividad y automatización, vastos sectores en países pobres o periferias urbanas quedan excluidos de internet y de las oportunidades digitales. En Fratelli Tutti, Francisco lamentó este desbalance al exclamar “¡qué bonito sería si al crecimiento de las innovaciones científicas y tecnológicas correspondiera también una equidad y una inclusión social cada vez mayores!”. El próximo Pontífice tendrá que posicionarse firmemente por la justicia digital, abogando porque el acceso a la tecnología sea considerado un derecho básico en el desarrollo humano. Mediante su autoridad moral, podrá instar a las naciones y empresas a cerrar la brecha digital – por ejemplo, promoviendo educación tecnológica universal, inversión en infraestructura para comunidades marginadas y regulaciones que impidan que la riqueza tecnológica quede concentrada en unos pocos – de modo que la transformación digital avance de la mano con la inclusión y la justicia social.
Desafío 4: El futuro del trabajo ante la automatización. La Cuarta Revolución Industrial trae consigo la automatización de empleos a gran escala, generando incertidumbre sobre el futuro laboral de millones de personas. La robotización y la IA amenazan con desplazar trabajadores en fábricas, oficinas e incluso servicios profesionales, lo que podría aumentar el desempleo y la precarización si no se gestionan con criterio ético. Ya la encíclica Laborem Exercens de san Juan Pablo II advertía que la tecnología puede pasar de ser aliada a convertirse en “adversaria del hombre” cuando “‘suplanta’ al trabajador… [y] le quita el puesto de trabajo”. En este contexto, el nuevo Papa deberá realzar la centralidad de la persona y la dignidad del trabajo en la era digital. Su liderazgo moral puede impulsar a gobiernos y empresas a adoptar políticas de “transición justa”, como la recalificación de trabajadores desplazados, la promoción de empleos en sectores tecnológicos éticos, y modelos económicos donde la innovación no signifique descarte humano sino oportunidad de desarrollo integral. La Iglesia, con su doctrina social, servirá de voz profética para recordar que el valor del ser humano trasciende su productividad y que la economía debe estar al servicio del hombre, y no viceversa.
Desafío 5: Crisis medioambiental y paradigma tecnocrático. La lucha contra el cambio climático y la degradación ambiental seguirá siendo un desafío urgente para el sucesor de Francisco, especialmente en una era tecnológica donde las decisiones sobre energía y producción definirán el futuro del planeta. El Papa Francisco, en Laudato Si’, denunció “la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta” que lleva a “estrujarlo hasta el límite y más allá”, criticando un paradigma tecnocrático obsesionado con el crecimiento ilimitado a costa de la naturaleza. Hoy, la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías podrían ayudar a monitorear y mitigar la crisis ecológica (por ejemplo, optimizando el uso de recursos), pero también pueden acelerar el consumo y la explotación si imperan intereses cortoplacistas. El próximo Papa deberá continuar alzando la voz profética de la Iglesia por el cuidado de la creación, tal como Francisco lo hizo en Laudato Si’. Esto implicará posicionarse en los foros internacionales – desde las cumbres climáticas hasta los debates sobre bioética ambiental – para exigir responsabilidad compartida, animar un desarrollo sostenible y promover una ética ecológica global. En alianza con científicos, líderes sociales y comunidades de fe, el Vaticano tendrá que seguir instando a una conversión ecológica profunda: que la tecnología y la economía se orienten con humildad hacia el respeto de los límites de la Tierra y la solidaridad con las generaciones futuras, en vez de rendirse a la “idolatría” del progreso técnico sin conciencia moral.