Sin querer aceptarlo, vivimos en una época de polarización social acelerada. El debate público se hunde entre sospechas y descalificaciones, y se pierde la capacidad de dialogar. Aún con la pasividad y complicidad de algunas universidades, sigo pensando que son entidades con una gran oportunidad de mostrar su liderazgo. Que vuelvan a ocupar un papel que nunca debieron ceder: ser guardianas del pensamiento crítico y mediadoras del diálogo social. No se trata solo de formar profesionales, sino de reconstruir el tejido social que la hostilidad digital y la radicalización han erosionado con precisión quirúrgica.
Las universidades pueden empezar por lo esencial: recuperar la conversación. Crear foros permanentes donde estudiantes, docentes y ciudadanía discutan problemas nacionales sin la lógica del “ganar o perder” que domina las redes sociales. Espacios donde también se enseñe a contrastar información, identificar tácticas de manipulación y comprender cómo funciona la economía de la indignación.
Otra acción urgente es integrar en los planes de estudio cursos de alfabetización digital y ética tecnológica. No como asignaturas decorativas, sino como herramientas para entender qué incentiva el conflicto y cómo desactivar la escalada emocional que suele producirse en línea. Las aulas deben ser laboratorios donde se practique la escucha activa, el disenso respetuoso y la construcción colectiva de argumentos.
Además, las universidades pueden liderar proyectos de investigación aplicados a comunidades, ayudando a mapear dinámicas de desinformación, discursos de odio y vulnerabilidades sociales. Esa evidencia permite diseñar intervenciones que mitiguen la radicalización y fortalezcan la cohesión local.
En un país donde la conversación está fragmentada, las universidades pueden ser el punto de encuentro. Es hora que dejen esa pasividad. Es hora que dejen de fomentar el odio ideológico y la constante provocación. Si asumen con seriedad su rol cívico, pueden convertirse en los últimos lugares donde todavía es posible hablar, disentir y comprendernos sin trincheras. Y quizás, desde ahí, iniciar la lenta pero necesaria reconstrucción del diálogo social.
Enlace al Diario de Centro América: https://dca.gob.gt/noticias-guatemala-diario-centro-america/el-papel-de-las-universidades-en-sociedades-polarizadas/
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